Con-Ciencia Política (05 OCT)

Por Jose Luis Gálvez Gómez

Politólogo

Todo sea por acabar con la corrupción.

La oferta de anticorrupción le dio muy buenos resultados al actual gobierno para ganar la elección del 2018, por fin, después de 18 años en campaña y haciendo pactos con todo tipo de grupos sociales y mafias políticas, se logró llegar al poder.

Esta promesa se ha convertido en el pilar de la construcción del  nuevo gobierno y la sustentación de sus acciones para armar y estructurar su anticipada transformación.

De hecho, esta palabra ha tomado más fuerza discursiva que su otra promesa, la tan ansiada pero bastante irreal “esperanza”.

Debido esta cruzada anticorrupción, se están originando una serie de cambios y reformas que efectivamente están provocando una transformación en el país, pero tal parece que no es mejor, ya que los resultados a la fecha y según datos duros, todo ha empeorado, la economía, la salud con una pandemia incontrolable, la seguridad pública, los feminicidios e incluso la propia corrupción.

Hoy podemos darnos cuenta que esa transformación, está basada en la reasignación, distribución y manejo de los recursos públicos; si recordamos, que en el presupuesto de egresos del próximo año, solo ganaron el populismo electoral, la burocracia política y la Guardia Nacional, desapareciendo programas de apoyo directo al campo y la ganadería, así como el subsidio a los organismos autónomos.

Por otra parte, hoy está en la mesa del Congreso de la Unión la desaparición de los fideicomisos públicos, los cuales habían servido desde hace muchos años y sexenios, para la atención de graves problemas sociales o para el impulso de áreas sumamente importantes para el desarrollo tecnológico del país.

No dudamos de que en muchos de estos fideicomisos que por su naturaleza con propósitos mal intencionados e instrumentados, hayan sido mal manejados y poco transparentes, pero también estamos seguros que otros habían sido de gran beneficio y con excelentes resultados como los del impulso al cine y la cultura, al deporte o para la ciencia, la innovación y la investigación.

Pienso que es un grave error estar midiendo con el mismo criterio de la bandera de la lucha contra la corrupción, para tomar la decisión de desaparecer todos los fideicomisos públicos, creo que antes debió haberse hecho un estudio selectivo y un análisis sobre resultados o beneficios, hasta implementar nuevas formas de control y vigilancia en la ejecución de los recursos con auditorías externas o sociales, detectando las anomalías y a los culpables de los malos manejos para llamarlos a que rindan cuentas ante la justicia.

Pasar de una administración del erario público diversificada a una administración centralizada, no garantiza absolutamente en nada que se acabe con la corrupción o que ahora sí, una persona santa y pura autocalificado como honesta decida cómo, cuándo, dónde y a quienes se les podrá apoyar con recursos públicos.

Las lluvias de los últimos días tienen inundado a Tabasco y al norte de Chiapas con miles de afectados en su patrimonio, pero el Fondo de Desastres Naturales está a punto de desaparecer, entonces lamentablemente unos verán la cruda realidad y otros los errores de haber desaparecido dichos fideicomisos.

Entregar todo a ciegas y centralizar el dispendio de los recursos públicos con tal de acabar con la corrupción y permitir que solo una persona decida, no necesariamente puede ser la mejor decisión.

Para acabar con la corrupción hay que hacer dos cosas: 1.- predicar con el ejemplo y no tener que esperar a que los funcionarios del gobierno renuncien o los exhiban en la prensa o a través de videos y 2.- hay que presentar las denuncias y las pruebas correspondientes, sin tener que presionar a la Suprema Corte para que valide una consulta popular para enjuiciar a un funcionario corrupto.

Muchos mexicanos queremos que la lucha contra la corrupción sea una realidad y no solo sea un discurso manipulador para vender esperanzas falsas o para ganar votos. (iM-rrc)

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